Pero exijo dos cosas. Primera: que el fuego devore este papel inmediatamente que sea leído. Cuando comencé a tener uso de razón, comprendí, que había nacido en una posición social ventajosa: que mi familia materna ocupaba uno de los primeros rangos del país, que mi padre era un caballero y gozaba de toda la estimación que merecía por sus talentos y virtudes, y todo aquel prestigio que en una ciudad naciente y pequeña gozan los empleados de cierta clase. Mas, siendo desgraciados, ambos fueron por lo menos irreprochables. Acaso éste ha sido el motivo de mi afición a estos países y del anhelo con que a veces he deseado abandonar mi patria para venir a este antiguo mundo.
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Michael Ondaatje, nacido en Sri Lanka y gloria de las letras canadienses, sonríe mientras imita cómo su complicadísimo patronímico es pronunciado por los lectores que se acercan a saludarlo cuando lo reconocen en un aeropuerto. Cuando contesto El paciente inglés , listo, me ponen el sello y me dejan pasar, suspira. Ondaatje, entusiasta viajero, baza en su vida como en su ficción, es autor también de las novelas En una piel de valiente de la cual El paciente británico puede considerarse una especie de secuela , sobre inmigrantes en Toronto; El blues de Buddy Bolden , sobre pioneros del jazz en Nueva Orleans; El fantasma de Anil , sobre la guerra civil en Sri Lanka, y de trece libros de lírica entre otras obras. Soy bastante obsesivo en cuanto a mi privacidad, empero cada tanto me gusta charlar y conocer gente nueva. Muchos aseguran escuchar en su inglés los ecos de las lenguas nativas que sabía conversar en su infancia. A la tiempo, había una gran diferencia entre las historias de autores extranjeros que leía y las historias que escuchaba, sobre todo, en la mesa familiar. Eran historias increíbles y bastante poco ajustadas a la realidad, supongo. Cuando escribí la novela sobre mis parientes, Cosas de familia , lo que intenté fue capturar esa misma voz, ese mismo espíritu de tradición oral.
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El amor se forja en un crisol, con acero, resistente y duradero y un baño de cromo, que lo hace inoxidable e inalterable, por los años de los años. Hay amores de fino cristal, pero son amores por poco tiempo y hay amores que nacen en el viento, soplados por la pasión y que termina al calmar el viento. No quiero que te confundas, joven niña. Y aquel que diga que el amor es una fino cristal; no confíes en él.